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"Espíritu Santo, fuente inagotable de todo lo que existe, hoy quiero darte gracias.

 

Gracias ante todo por la vida, porque respiro, me muevo, siento cosas, mi cuerpo funciona, mi corazón late. Hay vida en mí.

 

Gracias porque a través de mi piel y mis sentidos puedo tomar contacto con los seres que has creado.

 

Porque el aire roza mi piel, siento el calor y el frío, percibo el contacto con las cosas que toco.

 

Gracias porque mi pequeño mundo está repleto de pequeñas maravillas que no alcanzo a descubrir.


Gracias porque tu amor me llega cada día.
Me rodeas y me envuelves con tu luz.


Gracias porque estás conmigo en todo lo que me pasa, para que pueda aprender algo de cada cosa que me suceda.


Gracias porque quieres transformar todo mi ser con tu vida divina.


Gracias porque cada día es una novedad, porque siempre hay nuevos signos de tu amor, porque siempre me invitas a algo más, y siempre me llamas a volver a empezar.


¡Gracias Espíritu Santo!
Amén"

Por Ángel Gris

Fuente:  http://loscincominutosdelespiritusanto.blogspot.mx/

La meditación, el silencio, la contemplacion son prácticas que nos ayudan a sentir profundamente la presencia del Espíritu de DIOS en nuestro corazón, a entender el misterio de su presencia que es capaz de darnos lo que buscamos y guiarnos en nuestro caminar.

El silencio

El silencio significa algo más que no hablar, significa aprender a escuchar.

Hasta qué punto el deseo humano de expresarse, de pregonar opiniones, de que nos oigan, puede entorpecer diálogos provechosos. No reaccionar, no revisar, no añadir o exponer, ni tan siquiera responder, sino sencillamente escuchar, es un don. Cuando seamos capaces de quedarnos genuinamente callados, de escuchar de verdad, entonces Dios podrá hablar. Esto es una disciplina.

 

La Madre Teresa nos enseña que lo que tenemos que decir nunca es tan importante como lo que Dios nos dice, a nosotros, y, por conducto nuestro, a otros:


“Todas nuestras palabras son inútiles si no provienen de adentro. Las palabras que no llevan la luz de Cristo sólo aumentan la oscuridad”.

Mucha gente considera el silencio como el adorno de una vida excesivamente severa, algo para monjes o monjas, para “religiosos”. Y es cierto que muchas órdenes hacen votos de silencio, pero definitivamente es algo que todos necesitamos en algún momento... callar nuestra mente para escuchar.

El silencio puede relevarnos de la obligación de responder, y puede ayudarnos a no ponernos nerviosos por pequeñeces. 

Del libro En busca de paz  por Johann Christoph Arnold

MEDITACIÓN / ORACIÓN CONTEMPLATIVA ¿Cómo hacer meditación?

Como practicar la oración contemplativa o meditación.

EL ABRAZO DE DIOS

Meditación guiada

EN ENCUENTRO CON EL ESPIRITU SANTO

Un encuentro con el Señor: En paz, en DIOS, en su presencia.

SINTIENDO EL SILENCIO

Silencion, significa algo más que no hablar, es aprender a escuchar.

MENSAJE DE DIOS PARA TI

Promesas de DIOS

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La oración es hablar con DIOS, la meditación es escucharlo a Él.

ESCUCHAR A DIOS

La oración contemplativa


Junto a la oración vocal y a la meditación, la oración contemplativa es una de las tres grandes clases de oración cristiana.

La tradición cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de oración:

Oración vocal 

Mditación

Oración contemplativa.

Las tres tienen en común el recogimiento del corazón.
 

La oración vocal, fundada en la unión del cuerpo con el espíritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oración interior del corazón a ejemplo de Cristo que ora a su Padre y enseña el “Padrenuestro” a sus discípulos.


La meditación es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo. Tiene por objeto la apropiación creyente de la realidad considerada, que es confrontada con la realidad de nuestra vida.


La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio.

 


Contemplación: Mirada de fe, fijada en Jesús. 


"Yo lo miro y él me mira", decía, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a “mí”. Su mirada purifica el corazón.

 

 

La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo.

 

Aprende así el "conocimiento interno del Señor" para más amarlo y seguirlo.

La contemplación es escucha de la palabra de Dios.

 

 

Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional de siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el “sí” del Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava. La contemplación es silencio, este "símbolo del mundo venidero" (San Isaac de Nínive, Tractatus Mystici 66) o "amor silencioso" (San Juan de la Cruz).

 

Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús (Catecismo de la Iglesia Católica 2715 - 2717).


La oración contemplativa es un medio privilegiado para llegar a un conocimiento íntimo y experimental de Jesucristo que acrecienta y fortalece el amor a Él.

Al mismo tiempo, es la oración de los grandes santos, maestros de la unión con Dios: San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Francisco de Asís, etc.

 

Es un tipo de oración que, precisamente por su simplicidad, está al alcance de todo el mundo, independientemente de su temperamento o de su mayor o menor capacidad intelectual. Es aquella en la que resulta más fácil iniciarse con verdadero fruto, sin rutina.

La oración contemplativa o de contemplación consiste en “hacerse presente” en la escena o el misterio que se contempla. Es incluso tomar, por ejemplo, un pasaje evangélico y recrearlo en la mente metiéndose en él como protagonista (tomar el papel de uno de los personajes que aparecen como, por ejemplo, asumir la figura de Juan a los pies de la cruz de Cristo en Juan 19, 25-27) o destinatario (pensar que todo eso sucede por mí o para mí: Cristo nace para mí, muere por mis pecados, etc.). De todo ello se sacan enseñanzas muy válidas para la vida espiritual que ayudan a revisar a fondo la conciencia y a dialogar con más naturalidad con Cristo.

 

 

La oración contemplativa también requiere de ese necesario combate de la oración para vencer las objeciones, las distracciones, las dificultades, las tentaciones, y perseverar en el amor... concentrar toda su atención solo en el momento presente, apreciar, sentir incluso el aire, el silencio, la presencia dentro del corazón, del Espiritu Santo que viene a nuestro encuentro.

La mirada contemplativa nos hace ser concientes de la grandeza de DIOS, al apreciar la naturaleza, la perfeccion humana, nuestro cuerpo, la tecnologia, la diversidad, los árboles... todo es su creacion. esto finalmente nos llevará siempre a la misma conclusión: 

¡¡CUAN GRANDE ES DIOS, GLORIA Y ALABANZAS A ÉL!!


La distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta humilde toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecer al Señor para ser purificado. "El combate se decide cuando se elige a quién se desea servir”.

 

Combatir la distracciones es absurdo; lo mejor, la única solución, es simplemente volver a concentrarse en la contemplación. De todas formas, hay que pedir a Dios la gracia de eligirlo siempre a Él y no a la distracción.


La contemplación es estar en paz, con tranquilidad, dejando a DIOS que sea el dueño del tiempo, dejar por un momento el deseo de controlar el mundo, la vida de uno mismo, la de otros, ser consciente que el mundo no dejará de girar por tomarse un momento para estar con DIOS, abandonarse a DIOS, a su Señorio.

No se hace contemplación cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación, independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro en todo momento y condición.

Por: Norberto Rivera Carrra, Cardenal

© 2016 Por Parroquia San Bartolomé Tenayuca Tlalnepantla Estado de México. 

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